martes, 9 de diciembre de 2014

Navidad



Salí a la calle y me fui a hacer la ruta vestida de Papá Noel. Ese día no fue necesario posar de estatua todo el rato, los niños venían corriendo a saludarme y me pedían que les dejara muchos juguetes esa noche, no conseguí mucho dinero, pero me sentí satisfecha.
Llegué a casa cuando Belén y Lucky preparaban la cena, ese día comeríamos ternera, lo que no era muy habitual, ensalada y patatas. Y Lucky nos prepararía una sopa típica de su país. Teníamos turrón y chocolate, y yo había pasado a comprar dos botellas de vino.
Mari Carmen llegó con una bandeja de dulces que le habían regalado y Berta con una botella de sidra achampanada y más turrones.
—Turrón duro, anda que sólo hace falta ver mi boca para saber que sólo podré chuparlo —y nos enseñaba su dentadura falta de piezas.
—Hay una de blando, no te preocupes que sin turrón no te quedas —le decía Mari Carmen.
Tania llegó cantando, alegre como siempre, no sabemos de donde lo había sacado pero llegó con una bolsa enorme de espumillón y adornos.
—En Navidad hay que poner la casa bonita, ayúdame Elenita guapa, que vamos a dejar esto más elegante que el palacio de Banquinjan ese.
Nos reímos y comenzamos a adornar la cocina, cantamos villancicos y así se nos olvidó un poco el dolor que sentíamos por dentro todos nosotros. Lejos de nuestro lugar, de nuestra familia, lejos de una chimenea que espera a llenarse de regalos.
El alboroto casi consiguió que no oyéramos a Pedro irse de la casa.
Belén me miró con tristeza y dijo: 
—No soporta estas fiestas, hay que respetarle.