miércoles, 13 de mayo de 2015

Lulú








Pasé el resto de la mañana con Lulú, que me explicó el funcionamiento del edificio, dónde estaban los comedores, el área de descanso y el centro de transporte, que me facilitaría la llegada hasta la zona residencial al terminar la jornada.
Ella no procedía de ninguna granja, pertenecía a una de las familias más antiguas de la ciudad, lo que le había asegurado un buen trabajo sin necesidad de competir con sus hermanos y el resto de jóvenes. Cuando me lo contaba creo que no se daba cuenta de lo afortunada que era, y de lo injusto que encontré todo aquello.
Tampoco podía quitarme de la cabeza mi encuentro con Set ¿era quien yo creía? Y en ese caso ¿qué sabía él de su pasado?

Empezaba a hacerme demasiadas preguntas, mi nueva vida era demasiado diferente a la anterior. Hasta entonces no me había parado a pensar en lo que suponía nacer en una granja de humanos o hacerlo en la gran urbe, las diferencias eran abismales. Mientras unos tenían muchísimos privilegios, los otros se pasaban la mitad de su vida luchando por la permanencia, por la supervivencia, por su propia identidad, y lo hacían contra sus propios hermanos, aquello era una atrocidad.


lunes, 20 de abril de 2015

Coris






—Pasa, no te quedes ahí —me acompañó al centro, a ver de cerca aquella colosal roca que llegaba casi hasta el techo.
—¿Qué es?
—Es coris, el mineral más caro del mundo y el más difícil de conseguir. Rados es el único país del mundo que tiene minas de coris, y por tanto es su mayor fuente de riqueza. La última gran guerra fue debida a la insuficiencia de recursos energéticos para todo el planeta. Los países que contaban con ellos fueron atacados por los que querían poseerlos, el número de bajas humanas fue tan grande que algunos territorios jamás llegaron a recuperarse. Cuando Rados descubrió lo que podía hacer el coris ocultó sus funcionalidades al resto del mundo, protegiéndose frente a cualquier ataque. Por eso, cuando las normas te parezcan muy estrictas piensa que es por tu seguridad, por la seguridad de todo Rados.
La miré esperando a que continuara, aunque en realidad quería hacer un montón de preguntas ¿Por qué estaba yo allí? ¿Qué se suponía que debía hacer?
—Supongo que estarás preguntándote qué pintas tú en todo esto —me dijo en respuesta a mis pensamientos, asentí—. Estas piedras no valen absolutamente nada en bruto, sólo pueden usarse una vez talladas.
—¿Para qué se usan? —me atreví a preguntar.
—Producen una energía mil veces superior a cualquier otra fuente conocida. Estas piedras nos abastecen de luz, dan movimiento a nuestras naves, producen el calor que disfrutamos en nuestros edificios… Gracias a ellas Rados es un país totalmente independiente, que no necesita comprar energía a otros países, esto nos hace autosuficientes.
—¿Y los demás países no están interesados en adquirir coris?
—Su existencia es uno de los secretos mejor guardados por el gobierno, tan sólo las personas que trabajan en este edificio conocen su uso como fuente de energía. Jamás debes comentar con nadie que no pertenezca al departamento lo que verás aquí, si lo haces recibirás el máximo castigo.
—Entiendo, pero no comprendo qué hago yo aquí.
—Este mineral tiene una característica extraña que hace que no todo el mundo pueda manipularlo. En bruto bastaría ejercer una pequeña presión sobre él para que se deshaga convirtiéndose en polvo. Una vez tallado se vuelve duro y resistente, no pudiendo ser troceado más que por otro de la misma clase.
Recordé aquella pirámide que había hecho de niña y en que ya me había fijado en aquella característica, aquel trozo de cristal a punto estuvo de destruirse entre mis manos.
Lulú siguió hablando:

—Si yo tocara una de esas piedras la convertiría en polvo de inmediato, por eso estás aquí. Se ha comprobado que tu tacto te permite moldear a antojo el coris, y las piezas no sólo no sufren ningún daño, sino que consigues un tallado perfecto.


jueves, 9 de abril de 2015

Las manos










Recuerdo cuando empecé a recibir la formación. Lloré durante días, aquellas aulas monocromáticas no eran un lugar adecuado para los juegos a los que estaba acostumbrada, allí no tenía a adolescentes y adultos que me contemplaran constantemente, y no conseguía adaptarme a las rígidas normas y a la rutina establecida por el sistema.
Mi padre consiguió sacarme del aula en alguna ocasión, y me llevaba a pasear por los jardines, donde me enseñaba las nubes y me hacía descubrir nuevas formas en ellas. Aquello sí me gustaba, dejar volar la imaginación y aparecer en un mundo de enormes animales esponjosos que flotaban en el aire. En aquellos paseos me explicaba lo importante que era mi formación, de lo que hiciera allí dependería el resto de mi vida. Si lo hacía bien podría vivir en un palacio, y si lo hacía mal me dedicaría a realizar las labores que nadie quería hacer. Creo que en aquel momento él no era consciente de toda la razón que tenía.
Mis inicios en la lectura y en la escritura fueron nefastos, no era capaz de mantener la atención más de dos minutos seguidos, en mi cabeza aquellas letras adquirían volúmenes y formas, al igual que las nubes, y los números se armaban con ojos, brazos y boca, y comenzaban batallas entre ellos que acababan con la derrota de los más débiles. Aquella ensoñación sólo me sirvió para tener que pasar más horas en las aulas recuperando las materias que no aprendía a la vez que el resto.
Lo único que me gustaba de aquellas clases era cuando nos daban una masa moldeable, que manejaba hábilmente entre mis dedos, y de la que salían Kurs, aves y otros animales que tan solo conocía por fotografías. Las reproducciones eran tan exactas que la formadora se las llevaba a los vigilantes para que hicieran un informe sobre ellas. Por fin habían descubierto cual era mi habilidad, las manos. 


Las manos de Vera 

jueves, 2 de abril de 2015

Jordana





Le contó su escapada en la bala y lo que había podido comprobar. Él no daba crédito a sus palabras ¿Acaso habían acabado así con su madre después de haberles dado tantos trabajadores? ¿Eso es lo que debían esperar todos ellos del sistema?
—No cuentes esto a nadie más ¿Me oyes? Te pondrías en peligro.
—Lo sé, aunque me gustaría que se supiera la verdad.
—No digas nada, será lo mejor para todos.
Y los dos guardaron ese secreto, que muy pronto les separaría.
Pasaron varios días, y la tristeza de ella se volvió enfermedad. Los médicos de la granja enseguida se ocuparon de cuidarla, era una de sus alumnas más brillantes, y seguramente conseguiría un trabajo en Ígrada, lo que daría puntos suficientes para que la granja subiese de categoría.
Permaneció ingresada, tumbada en una cama sin hablar con nadie. Permitieron a sus hermanos ir a verla una sola vez, no querían que el estado de ella influyera en la formación de los demás.
Jordana empezó a tener fiebre, primero unas décimas, después los suficientes grados para que empezaran a temer por su vida. Y con la fiebre llegaron las pesadillas, y con las pesadillas las alucinaciones, y con las alucinaciones los gritos pidiendo que la sacaran de aquel crematorio, pidiendo que le devolviesen a su madre.
Cuando Sater volvió a ver a su hermana fue subiendo a una bala, se acercó para decirle adiós, y cuando miró a sus ojos se dio cuenta de que no le reconocía, aquellos ojos no eran los suyos, la habían convertido en un nonen.

Las manos de Vera 

miércoles, 18 de marzo de 2015

El paseo











El embarazo no fue agradable, los vómitos matinales y los mareos hacían que la muchacha tuviera un aspecto enfermizo. Al menos, durante la gestación no estaría obligada a visitar la habitación de ninguno de los sementales, es más, no se les permitía hacerlo.
Sater la veía en los ratos de comedor, y algunas veces conseguía acompañarla a pasear por los jardines.
—Ya se te nota —le decía sonriente a la mujer que llevaba a su hijo en su seno.
—Ahora lo notáis el resto, yo llevo notándolo meses.
—Siento no poder ayudarte en eso.
—Aunque pudieras no lo harías, no es agradable.
—Es hijo de los dos, no deberías pasarlo tú sola.
Ella se paró y le miró con dureza.
—No es hijo nuestro, es hijo de Rados y al país pertenece.
—Vaya, parece que por aquí os tienen bien adoctrinados.
—No quiero problemas.
—No tienes por qué tener problemas, nadie te pide que no sigas el sistema, pero otra cosa muy distinta es lo que puedes pensar.
—¿Y en qué piensas tú?
—Pienso en que me gustaría tener mi propia casa, como los del gobierno, en ella viviría contigo y con nuestros hijos, y no tendría que pasar cada noche con una mujer distinta, sólo tendría que hacerlo con la que quiero. Me gustaría que mis hijos pudieran elegir su futuro, no que lo elijan por ellos, hay tantas cosas que me gustarían… —dijo con rabia.
—Sabes que nada de eso puede ser. Ahora trabajaremos para el sistema, y después ellos nos compensarán, en unos años estaremos en un centro de reposo donde no será necesario que trabajes más.
Sater la miró apenado.

—¿También te has tragado eso? —y negando con la cabeza se marchó camino de su habitación, no quería hablar más de la cuenta.


miércoles, 11 de marzo de 2015

Nala





Nala comenzó a ejercer como criadora a los dieciocho años, sustituyendo a Kira en su labor. Los sementales y las madres, cuando terminaban sus años de servicio eran premiados con una vida tranquila y sin preocupaciones en los centros de descanso. Grandes complejos al lado del  mar con todo tipo de comodidades, en los que no tenían que preocuparse más que por disfrutar de largos paseos por la playa y de asistir, si lo deseaban, a las actividades de entretenimiento programadas para sus habitantes.


Cuando llegó el momento de la despedida tuvo que hacer enormes esfuerzos por no llorar, las demostraciones de afecto no estaban bien vistas por el régimen, suponían una señal de debilidad que no estaban dispuestos a consentir. Así que se limitó a decir adiós con la mano viendo a aquella mujer que la había parido y cuidado de ella, y de sus hermanos, durante todos aquellos años.


jueves, 5 de marzo de 2015

Nonen






Los vigilantes no son del todo humanos, nacieron como tales, pero al infringir las normas, sus órganos fueron sustituyéndose por piezas robotizadas y programadas según las exigencias del gobierno. Ellos obedecen al programa, y no permiten que nadie se salte las normas ni el esquema establecido. A la primera falta, y sin un juicio previo, cualquiera de los habitantes de Silopos puede ser condenado a convertirse en un nonen: un humano con maquinaria robótica.

La ley de Rados establece que al ladrón le sustituirán las manos por otras mecanizadas, al curioso serán los ojos, el que difiera con el gobierno verá su cerebro reprogramado con múltiples chips, y así con todas las partes del cuerpo imaginables.

Los vigilantes son nonen con más de un 75% de su cuerpo robotizado, sólo les queda de humano su aspecto exterior, por dentro son máquinas de precisión preparadas para obedecer.

Las granjas de humanos son el único sitio donde está permitida la procreación. Fuera de ellas, sólo los miembros del gobierno y la familia real pueden permitirse tener hijos. Para el resto resulta imposible, las mujeres son esterilizadas al llegar su tercera menstruación, exceptuando a las elegidas para criadoras.